Cada momento de nuestra vida debe ser ocupado en algo sensato, tanto para sentir satisfacción con lo que hacemos como para que aquellos que nos rodean también estén conformes y contentos. Para tal fin debemos enriquecer nuestra relación con los demás, para lograr un beneficio mutuo. Si ese beneficio es sólo para mí, a costa de los demás, es deplorable; si mi alegría no considera a los demás, esa alegría es egoísta. Pero si mi alegría es el resultado de haber hecho felices a los demás, entonces sí es muy apreciable y recomendable.
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